Mirando por la mirilla, contuvo el aliento. Adonis estaba al otro lado, su expresión inexpresiva. “Sé que estás en casa, Vashti”, su voz profunda se escuchaba a través de la puerta.
Su primer instinto fue ignorarlo, pero la ira surgió. Abrió la puerta de golpe, lista para desatar su furia.
Antes de que pudiera hablar, sus labios estaban sobre los de ella, silenciando su protesta. Sus manos agarraron su cintura, acercándola más mientras la puerta se cerraba tras él. La mente de Vashti gritaba de confusión, pero su cuerpo se derretía contra él, traicionando su resolución.
Cuando finalmente se separó, sus ojos turquesa se clavaron en los suyos. “No pude alejarme”, admitió, con la voz baja. “Me estás volviendo loco”.
Las manos de Vashti presionaron contra su pecho, su mente corriendo. “No tienes derecho a aparecer así de repente”, dijo, su voz temblando de ira y algo que no quería nombrar.
Adonis sonrió con malicia, apartando un mechón de su rostro. “Tengo todo el derecho. Ahora eres mía”.
Sus ojos se estrecharon, su desafío ardiendo. “No soy tuya. Necesito este trabajo, pero eso no significa que me pertenezcas”.
Adonis se inclinó, su aliento cálido en su oído. “Ya veremos eso, Señorita Phillips”.
Al retroceder, su expresión se suavizó. “Tienes razón. Crucé una línea. Pero no he terminado contigo todavía”.
Vashti tragó con fuerza, sus emociones un revoltijo. No estaba segura de qué le asustaba más, su audacia o su reacción. Al alejarse hacia la puerta, se detuvo, volviéndose para darle una última sonrisa burlona. “No tardes demasiado en responderme”.
Y con eso, se fue, dejando a Vashti de pie en la tranquilidad de su departamento, con el corazón latiendo y los pensamientos en una tormenta caótica.
Last updated on January 30th, 2025 at 07:31 pm