Capítulo 5 Promesas no Dichas
“Mi abuela quiere que me case contigo, que cuide de ti y de tu hijo por el resto de tu vida. ¿Estarías de acuerdo en casarte conmigo?” La voz de Enzo era tranquila, pero sus palabras cortaban el aire como una cuchilla. Sus ojos penetrantes no mostraban emoción alguna, como si estuviera discutiendo un trato de negocios en lugar de un compromiso de por vida.
Alana se recostó en su silla, una risa carente de humor escapando de sus labios. Arrojando su larga melena sobre el hombro, lo miró directamente. “Mírame bien, Enzo. ¿Parezco la mujer que no pudo encontrar a alguien con quien casarse?”
Era impresionantemente hermosa, y su confianza solo aumentaba su atractivo. Sin embargo, su tono llevaba un toque de desafío, desafiándolo a responder.
Los labios de Enzo se curvaron en una débil sonrisa. “Señorita Tavares, ¿estás diciendo que no quieres casarte conmigo?” Su pregunta no denotaba rastro de ofensa, solo una curiosidad distante.
Los ojos de Alana brillaban con desafío. “Aunque eres poderoso y guapo, no te quiero.” Su voz era firme, impregnada de una confianza que no dejaba lugar a dudas.
Por un momento, la impasible fachada de Enzo titubeó. No fue el rechazo lo que lo sorprendió, sino lo indiferente que parecía ella hacia él. Su rostro volvió a su habitual calma, y un pequeño suspiro, casi imperceptible, escapó de él. Esto es lo mejor, pensó. Ninguno de los dos quiere esto.
“Espero que visites a mi abuela”, dijo, su tono educado pero distante. “Solo tú puedes convencerla de que este matrimonio no es necesario.”
El ceño de Alana se frunció ligeramente mientras lo estudiaba. Tras una pausa, preguntó, “¿Compraste QR International Group?”
Enzo asintió. “A partir de ahora, soy tu jefe. No te preocupes, me aseguraré de que estés bien cuidada.”
Al escuchar esto, Alana parpadeó sorprendida. Luego, con una sonrisa seca, dijo, “De acuerdo, Presidente Presgrave. Si eso es todo, volveré al trabajo. Adiós.”
La expresión de Enzo parpadeó con confusión ante la indiferencia de ella. Era raro que alguien lo desestimara con tanta naturalidad. Sin decir una palabra más, se puso de pie y abandonó la oficina, sus largos pasos irradiando un aire de autoridad.
Al cerrarse la puerta con un clic, Alana exhaló lentamente. La tensión en la habitación persistía, pero se negó a dejar que la abrumara.
Momentos después, Grace entró en la oficina, sus ojos brillando con curiosidad. “Alana, ¿de qué estabas hablando con el Presidente Presgrave? ¿Le gustas?”
El rostro de Alana se endureció. “¿Quién dijo eso?”
“Todos lo dicen,” respondió Grace con una sonrisa traviesa. “Te miraba fijamente en la reunión. Es de lo único de lo que se habla.”
Last updated on January 30th, 2025 at 07:31 pm